Mediada la segunda parte, Ventura decidió poner a todos sus delanteros juntos sobre el campo para intentar remontar a través de la acumulación de efectivos. Tampoco sirvió de nada. Aunque las ocasiones siguieron llegando con fluidez, la fortuna parecía estar de permiso y la pólvora de Cerci e Immobile, mojada. Barreto y Meggiorini no aportaron nada al ataque, una vez más, y mientras el Toro cosechaba oportunidades infructuosas, la Sampdoria sólo necesitó un libre directo para matar el partido. Gabbiadini, con maestría, la coló dentro, lejos del alcance de Padelli y el Toro empezaba a darse cuenta de que no era día para alegrías y de que la victoria se alejaba, sin remedio, del Olímpico.
La derrota es dolorosa y es la primera vez en toda la temporada en la que el Toro acumula dos partidos perdidos de forma consecutiva. No es para hacer saltar las alarmas, ya que la temporada del Toro está siendo, obviamente, muy meritoria pero es un toque de atención que los jugadores y el míster deben recoger para volver a hacer su fútbol habitual en las siguientes jornadas. Presión, velocidad, eficacia y solidez. Las bases de este Torino que no se han visto contra la Sampdoria. Con esta derrota, el sueño europeo del Toro se aleja a más de un partido de distancia. La próxima semana el equipo de Ventura visita al Inter, un rival directo por ese objetivo europeo. Y lo hará con la defensa en cuadro. Maksimovic, Glik y Bovo vieron amarilla y se perderán, junto al lesionado Moretti, un duelo que puede ser definitivo para saber si el Toro será capaz de luchar por los puestos de Europa League de aquí al final de temporada o si, por el contrario, tendrá que conformarse con conseguir una salvación tranquila. Ese es el objetivo fundamental de la temporada, como tantas veces han repetido Ventura y sus jugadores, pero a este Toro hay que exigirle más. Porque ha demostrado poder darlo.
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