La falta de picardía y la mala suerte

La historia volvió a repetirse. Después de haber sido capaz de empatar el partido a base de intensidad, agresividad y del buen balance defensivo de casi siempre, el Toro pudo conseguir tres puntos y, al final nunca mejor dicho, no consiguió sumar ninguno en casa del segundo clasificado de la Serie A. Como sucedió contra el Napoli en el Olímpico hace apenas dos semanas, con polémica incluida de nuevo.

El equipo, que empezó a echarse demasiado atrás a partir de la primera media hora de partido, supo reconfortarse sobre el terreno de juego y tras el gol estratosférico de Immobile, las ocasiones más peligrosas y el mayor peligro surgía de las botas de los futbolistas granata. El Toro perdonó a su rival cuando estaba contra las cuerdas –una vez más- y del posible 1-2 de Glik se pasó al 2-1 de Florenzi para dejar totalmente K.O y con cara de tontos a los jugadores y a los tifosi.

Injusticia. Mala suerte. Sí. Pero también falta de atención grave en los últimos compases del encuentro y ausencia de picardía en el campo y en el banco. Ventura decidió no llevar a cabo ningún cambio, ni siquiera una vez cumplido el minuto 90 para perder tiempo y parar el choque. Debió hacerlo y el Toro lo pagó caro. Un equipo con las características futbolísticas de este Torino debe manejar como nadie ese tipo de situaciones y saber cerrar filas y asegurar los puntos. Cuando el trabajo está dando sus frutos, el cinismo, la picardía y ser más listos que el rival, son intangibles esenciales para hacer bueno el sacrificio. Y más cuando enfrente está uno de los mejores equipos del campeonato.